lunes, 14 de septiembre de 2009

DE LA REVISTA “FIN DE LA TREGUA”

Hace una semana unos amigos, grandes emprendedores, dieron inicio a una publicación en pro de la nueva literatura: la construida desde la sangre joven en el inmenso mar de las ideas del siglo global... Aunque al final Aristóteles y sus preceptos ganen con la existencia finita de un número limitado de temas ante los cuales hablar; el texto a continuación es mi respuesta a su revista, una respuesta dada en sensaciones. Gracias por la apertura de un espacio para las nuevas voces, es grata la busqueda dadora de fin a treguas predecesoras... ANDIAMO...

Por cierto la revista se distribuye en CU en la FCPyS, a solo $5.00...



¿Finando?

PoR LeO BauTisTa

Hagamos una tregua y llegado el día demos fin al acuerdo… romperemos los vasos, sin importar estén medio llenos o vacios. Andaremos como la puta, desolada al amanecer, caminando con tacón en mano por la vieja calle de Circunvalación…
Diremos. ¡Es la hora!
Y entonces quemaremos los libros…/
¡sobre todo los leídos!

Daremos una vuelta de tuerca al pensamiento: diremos lo que somos. Será el fin de la historia antigua y del futuro incierto. Abriremos la puerta para abrazar al otro, sea quien sea, sea lo que fuere… Y ahí, presentes, dejaremos que sucumba la palabra, pasaremos a los hechos.
Seremos al amanecer, terminado el sueño… Lo que somos…

¡Despertamos!… Hoy. Bestias de carga… esclavos… presas del deseo… asesinos… ciegos…
Al fin de la tregua descubrimos un vacio, un llanto inconsolable. El escarnio compasivo de la triste autoflagelación –y entonces, aquí-allí, ahora: somos lo que hemos sido, lo que deseamos... lo que hacemos–.
Imploramos de nuevo viva tregua, el cambio encarecido es la guerra de la conciencia, vale por la pérdida del confort.
Finamos la tregua y se nos va despacio;
sólo algunos claros, resueltos y fuertes no vacilan ante la incertidumbre (trinchera de los anhelos)… Aquellos escasos, cansados, buscan el sentido para marcar el rumbo…

Ruedan las paginas: mientras la furia por un zapato blanco manchado por el crucial incidente de la sangre derramada durante el rose sutil con el siempre desconocido, implora una paz que ya no es, una batalla no deseada.
Ahora ya no somos importantes,
fluimos:
el llamado tribal nos dice piedra, agua, fuego, viento y hombre…
La música grita en la mirada extraviada de los temerosos del otro y de sí mismos: entonces, a la hora del té en el encierro del metro y el subterráneo deseo de volar, hagamos nueva tregua por piedad, para llegado el día en alguna hora escarlata del desvencijado paraíso,
se dé el fin.

No hay comentarios: