viernes, 6 de abril de 2012

Misterio Tercero: la circuncisión

PoR LeO BauTisTa






Caminarás mientras te preguntas que sucede, no entenderás nada y entonces un día después querrás borrar nuevamente tu memoria.

Yo no quiero que me borres de tu memoria, porque mientras tú busques la distancia yo recordare tu piel y la mía.

Tú no entenderás la incomodidad, como yo no entiendo porque el electrón gira en torno al positrón, y como incide la existencia de los quartz en la generación de materia. Tampoco entendemos lo que ha pasado y francamente me da lo mismo entenderlo o no.

Sé una cosa: te quiero antes y después, quiero tus sonrisas, conmigo o sin mí, puedo cocinarte, ya dije eso alguna vez… nos veo caminado juntos y para eso no es necesario cambiar nada, mira hacia atrás ya viene sucediendo.

El “I Ching” dijo tienes miedo, vez impedimentos; mientras yo soy la quietud de la montaña, el equilibrio del cielo y la tierra dónde se está listo para amar puramente.

Pero eso no te importará hasta dentro de unos días, porque esto que es confuso te ciega, serás la oscuridad de tus temores mientras yo soy la claridad de mis deseos. Después cambiaremos de lugar:

“Al irse el sol, llega la luna. Al irse la luna, llega el sol. El sol y la luna se turnan y así surge la luz. Cuando se va el frío llega el calor, cuando se va  el calor llega el frío. El frío y el calor se turnan y así se completa el año. El pasado se contrae. El futuro se dilata. Contracción y dilatación se influyen recíprocamente y así surge lo que es propicio.”[1]

Mutamos desde hace tiempo, cortamos aquello que no sirve con el afán de estar mejor. Aunque sin duda desconocemos el camino, nos ceñimos al linaje de lo divino con la esperanza de perpetuar el bienestar y la armonía… Emulamos a egipcios y griegos, renombramos a Abraham y su descendencia…

Caminaras sin rumbo mientras piensas mi ausencia sin ser necesario. Yo estoy aquí. Y entonces al verme, sin darte cuenta, una mirada y una palabra te harán verme libremente, sentirás amor, sin saber que lo es. 

A las tres de la tarde de algún viernes o martes, en medio del misterio doloroso, vendrás a decirme cuanto has hecho. Desearás besarme sabiendo la correspondencia de esto que nos transforma lentamente. Años más tarde leerás  los textos bíblicos y el I CHING, mientras recuerdas estos días de confusión, tendrás la nausea característica de la nostalgia, leerás mis atrevidas profecías y entonces sabrás que estamos juntos: 

”Cuando se abarca lo divino y se comprende a las transmutaciones, se eleva el modo de ser hacia lo maravilloso.”[2]

Entonces todo iniciara…


[1] “I CHING” Traducción de D.J. Vogelmann, Ed. Hermes, 1992. México. Pág 426.
[2] Idem.

No hay comentarios: