viernes, 13 de abril de 2012

Misterio Séptimo: la resurrección.


PoR LeO BauTisTa.





De alguna forma saldré de aquí, iré al mar sin ti, mientras tú caminas una ciudad desconocida. Eres todos los rostros de los desaparecidos, así que una vez más buscaré el amor, dejaré el deseo de perfección para encontrar en la imperfección la sublimación de la belleza humana…

Andaré a ciegas entre los muertos, para que alguna tarde de enero en la mirada de un niño reviva la esperanza… ¿es difícil volver de las cenizas?

Es cierto que amar es una constante interminable, porque nos han castigado en este infierno insólito, es la tierra: partidas solitarias,
miradas que no se encuentran,
todos hemos de morir solos entre nuestros hermanos,
pero solos.

Esa mañana fría rezaré a los cuatro puntos y recordaré a Mahoma… Después entre un café y un pastel miraré la sutileza de lo inocente, confrontando así esta vejez que me ha sucedido. Carcomido por gusanos entre las cotillas, mi corazón marchito sentirá una esperanza; pero no podrá ser; el castigo será el del mendigo.

Mendigamos amor y migajas de atención
porque así pensamos que somos uno,
porque no somos nada.

Tú y yo, al final, como tantos otros, no fuimos nada. No somos nada, tan sólo una asunción en el tiempo hasta el clímax de la muerte. Ahora tú tu tierra y yo un desierto en el cuál deambularé buscando en miradas inocentes alguna esperanza.

Caminaré por la avenida vacía de algún domingo lluvioso, pensando en la esperanza de volver a nacer en sonrisas infantiles y labios que no se enuncian. Volveré a rezar por la tarde y al anochecer soñaré de nuevo en compañía. Entre los tiempos beberé algún te y mi soledad, porque ya no bebo tus besos.

Aquí escribiría sobre tus días felices y diría: al atardecer nos encontraríamos para amarnos en los silencios y compartir los sueños de los pasos que se acompañan.

En cambio tu desconocerás cada paso mientras yo extraviado andaré a ciegas entre los muertos.

Rezaré una vez  más para que un ángel llegue, o tal vez si la suerte de las mil y una noches me acompaña, venga un genio y me llevé volando a la China para ver el rostro más hermoso del mundo.

Mientras eso pasa, tomaré el vuelo de las seis rumbo al mar.


Esperare las seis apariciones para salvar el milagro de la ausencia ...
 
veré el atardecer… 




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