lunes, 7 de febrero de 2011

Yo confieso...

PoR LeO BauTisTa
Hace un tiempo la pluma no arrebata los suspiros de mi alma, hay sólo pequeños silencios acumulados, en los que descubro los rastros de mi evasión.

No quiero verme en el espejo porque temo encontrar sólo los restos putrefactos de un ser ilusorio que no existió jamás. Soy un juego de conciencia; ahí voy de nuevo jugando a la poesía para no decir quién soy. Simplemente aprendí bien el juego de la evasión, la traicionera sublimación de mis deseos.

Hoy lo dije, no quiero nombrarte, no quiero verte, pero no es que hubiese algo mal, simplemente estoy aquí, sólo, triste, sintiendo mi piel desgarrada con los recuerdos, sintiendo ya no hay más sentido, pensando el futuro es incierto casi en la totalidad, aunque mi soledad y mi muerte son las únicas certezas.
Ahora lloro una vez más porque no termino de soltarme. Tengo miedo.

Perdona, si callo es porque aún me importas, si huyo, si me escondo, es porque no quiero enfrentarlo, porque quisiera que la invención en mi mente sobre de alguna esperanza es cierta, pero no es así, lo supe siempre: soy experto en engañarme.

…Yo confieso, extraño tus besos y hasta sueño con ellos. Lo confieso, me odio en este estado en el que sólo puedo pensar en ti.

Yo confieso, leo los libros que leías para intentar tenerte cerca, para entenderte. A veces uso tu camisa la cual me regalaste, imagino aún me abrazas. Otros días me peino contra mi voluntad para no verme tentado a hurgar con mis dedos mi cabeza, entonces pienso que jamás me despeinaste. Ahora al abordar el metro, mi postura al ir sentado es distinta, para no evocar tu rostro mirando mis pies chuecos en el subterráneo.

Yo confieso que he callado porque no puedo fluir; me obligo a hacerlo y más duele, más me pierdo: en los actos es tan claro, todo ya estaba pensado.
Y ahora me siento desnudo, avergonzado, furioso del patético romance que debía haber muerto hace unos siglos, olvido a veces que el realismo y el naturalismo nos sucedieron, pero inevitablemente crecí entre historias de melodramas: el capitalismo nos ha enseñado el amor tiene un precio, mientras la vida nos dice el amor permuta… se transforma; en su ubicuidad desaparece, danza de un estado a otro.

Juegos de conciencia en los que confieso mi debilidad, letras y llantos silenciosos que conjugan un estado anónimo, inusual.
Yo confieso que estoy aquí, confundido, abandonado, deseando simplemente paz.

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