Me gusta cocinarte; a veces
cocino para ti aunque no estés. Eres una buena inspiración ya lo había dicho.
La realidad es que no te amo. No
sé qué es eso de amar a alguien. Freud ya lo vislumbraba, vivimos en un siglo
en el cual la neurosis es lo normal, esa neurosis enferma todo amor, lo hace
cavernícola, masoquista, evidentemente sexual y vacio, porque la neurosis surge
de esa primigenia represión sexual a la cual llamamos pudor.
¡Qué estupidez pensar
en el pudor!
Me gusta más pensar en el poder.
Y yo puedo cocinar para ti. Tampoco sé lo que tú puedas hacer para mí, ni me
interesa, no deseo caer en la asquerosa forma neoliberal del amor dónde se
sigue el típico paga por productos y con productos paga por amor, un toma y daca sin fin.
Me gusta pensar soy libre de
amarte en unos años después de mirar hacia atrás y sonreír por nuestra historia
de momentos juntos, de ideas compartidas, de proyectos construidos, no por
cuantas veces cenamos en finos restaurantes o cuantos regalos caros hemos
intercambiado para pavonear nuestros lujos y trabajos en ascenso.
Yo puedo cocinar para ti, lo hago
incluso si no estás, cocino para ti cuando tengo que cocinar para otros. Este
sutil acto primordial para la sobrevivencia, en el cual empeñamos toda la
creatividad con el fin de deleitar los sentidos y nutrir al otro me fascina. No
sé si eso es amor para otros pero yo amo así. ¿Pero entonces te amo? –No te has
ganado mi amor pero te has ganado mi creatividad, eso es como el aire para el
arte–.
¿Pero entonces te amo?
Nueve misterios son los misterios
de la muerte y catorce oraciones las que conforman el Rosario. Ayer morir para
ti. Hoy soy uno nuevo, te pienso
diferente. El tiempo ha cambiado.
Me gusta la sensación del tiempo
que pasa, es como la luz: se extingue cada vez diferente para volver y
descubrirse siendo la misma, de un mismo sol, un sol infinito cuyo movimiento
envuelve nuestro pequeño mundo desde su centro en movimiento. El Dios sol ha
sido siempre el más importante, es ahí nuestro primer eje de movimiento.
Me gusta saber cómo nos hemos
movido, como el tiempo ha pasado y en estos cambios de hoy podemos vernos
renovados… con misterios nuevos o misterios guardados.
Roba sin miedo los
misterios de mi intimidad,
robaré los tuyos sin
temor, soltando toda nostalgia.
¡Qué patética es la nostalgia!
Esa energía en la cual se va el presente
por no poder soltar el pasado. Sabes, tú nostalgia no me importa, como no
importa ya la mía, lo que es hoy es; aunque te entiendo, entiendo esa sensación
sublime de extrañar el ayer. ¿Dónde estaba ayer hace un año? ¿Y hace dos? ¿Y hace tantos 25 años?
¿Dónde estaré en 10
años? ¿Dónde estaré mañana?...
¿Dónde estás?